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Este blog es un espacio diseñado para los alumnos de 5º año de la escuela media. Aqui podrán encontrar el material de clases de la asignatura HISTORIA 5 .
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Prof. Federcio Cantó

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viernes, 26 de octubre de 2012

NEOLIBERALISMO Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN ARGENTINA

Ver anterior: ARGENTINA, CRISIS DEL 2001.

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN LOS AÑOS NEOLIBERALES

La ilusión de la “primavera democrática” y la canalización de las demandas sociales mediante la acción poítico-partidaria decayeron cuando la política se mostró incapaz de cumplir las promesas de atender la cuestión social agravada luego de la crisis de la deuda de 1982 y el Plan Austral. En este contexto, Argentina como otros países de América Latina, se sumó a la puesta en marcha de las políticas abiertamente neoliberales. El llamado “Consenso de Washington” proponía la liberalización comercial, privatizaciones, apertura y desregulación del mercado, y ajuste estructural del Estado. Sus recomendaciones fueron seguidas por la administración de Carlos Menem (1989-1999) en un contexto de debilidad de los partidos políticos tradicionales,  y de subordinación orgánica de la Confederación General del Trabajo (CGT) al partido de gobierno.
CONSENSO DE WASHINGTON

La implementación del orden neoliberal afectó dos centros ordenadores de la sociedad argentina: el mundo del trabajo y el Estado. Las elevadas tasas de desocupación, precarización e informalidad impactaron directamente en el incremento de la pobreza y, por lo tanto, en las condiciones de vulnerabilidad social de amplios sectores. Las transformaciones también se hicieron sentir en el proceso de reterritorrialización de los trabajadores .La nueva territorialidad transformó los barrios obreros cercanos a los cordones industriales  en barrios de desocupados. Así, la crisis de representación que afectó a los sindicatos produjo una tendencia a la formación y consolidación de nuevos liderazgos territoriales y comunitarios que canalizaron las demandas de los sectores populares.

Es también difícil de comprender la dinámica política Argentina sin una referencia al Estado, el “sentido común” neoliberal postuló la ineficiencia del Estado para la promoción de bienestar social y la provisión de bienes y servicios públicos, frente a una predicada virtud del mercado como mecanismo eficiente de coordinación social. Mientras lo público y político era desacreditado, el discurso neoliberal fomentaba el individualismo y la privatización. En esta perspectiva, mientras el mundo del trabajo evidenciaba profundas transformaciones, el Estado se retiraba de su lugar de coordinación social y garante de los derechos sociales y económicos para dar lugar al mercado como mecanismo de coordinación social y distribución de recursos. 

Acción colectiva y movimientos sociales en los años neoliberales

CTA, MANIFESTACIÓN
La hegemonía neoliberal (o neoconservadora) debió enfrentar acciones y movimientos sociales producidos por sectores que entendían al nuevo orden como injusto. La formación de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), grupo de sindicatos que se separa de la C.G.T.,  emergió como referente en el campo de protesta de los años noventa, tanto por la acción de sus gremios de base (especialmente ATE y CTERA) como por su disposición a incorporar demandas  de diferentes sectores: desocupados, los jubilados, las amas de casa y los estudiantes. También por reconocer como trabajadores a quienes venden su fuerza de trabajo en el mercado informal ya sean “motoqueros” o meretrices. Por otra parte, dentro de la CGT, y sin proponer un modelo sindical alternativo pero apartándose de la orientación neoliberal del gobierno de Carlos Menem, se conformó el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA). El MTA  fue creado como una línea interna integrada mayoritariamente por los sindicatos ligados al transporte y encabezada por el secretario general del sindicato de Camioneros Hugo Moyano.

Los espacios de resistencia se fueron diversificando y organizando desde los “barrios desbordados”  originando uno de los sujetos políticos más novedosos el “Movimiento de Trabajadores Desocupados”.  El movimiento de trabajadores desocupados, o “movimiento piquetero”, fue bautizado así por la prensa nacional para nombrar a los pobladores que cortaron rutas a mediados de la década del noventa en localidades como Cutral Co y Plaza Huincul (1996-1997) y Salta (1997-1998). Con sus primeras acciones de protesta resignificó el “piquete” como un instrumento de acción capaz de obtener notable visibilidad. Este movimiento alcanzó mayor desarrollo en las zonas fabriles devastadas por la política de desindustrialización que propuso el neoliberalismo.

MTD- ANÍBAL VERÓN
 El MTD incorporó el corte como opción estratégica (que adquirió rasgos identitarios, culturales y simbólicos) y  logró participar en la administración de diferentes planes sociales que el gobierno nacional, provincial y local ofreció como modo de descomprimir el conflicto y obligaba a los desocupados a organizar ciertos emprendimientos con una contraprestación. La posibilidad de acceder a recursos y la necesidad de construir proyectos cooperativos para mantenerlos incentivó a las organizaciones de desocupados, las cuales construyeron espacios comunitarios que propusieron nuevos lugares de encuentro y experiencias colectivas. Comedores populares, merenderos, emprendimientos “productivos” como panaderías, pequeños talleres textiles.

 En julio de 2001, ya en la aceleración de los conflictos que estallarían en diciembre, se convocaron a encuentros nacionales de organizaciones sociales –conocidos como Congresos Piqueteros- que acodaron un pliego de reivindicaciones y un plan conjunto de acciones de protesta. De allí en adelante las divisiones internas, los realineamientos y la incapacidad de articulación del movimiento con otros sectores evidenciaron los límites de la lógica “movimiento social”.

La relación de los movimientos de trabajadores desocupados con el sindicalismo no ha sido fácil. La CTA procuró desde un inicio dar una respuesta organizativa a los trabajadores desempleados haciendo hincapié en su condición de trabajadores a través de la promoción de la afiliación directa a la Central. Si bien la CTA articuló con un conjunto de organizaciones de desocupados ha sido su Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV) -originalmente pensada para dar cuenta de las problemáticas barriales de los trabajadores- su principal herramienta de acumulación bajo el liderazgo de Luis D’elia. Por su parte el MTA realizó algunos apoyos a reclamos puntuales de los desocupados pero sin considerarlos parte del “movimiento obrero organizado” y un fenómeno coyuntural que se debilitaría en la medida que la Argentina salga del neoliberalismo y los trabajadores vuelvan a sindicalizarse. En general, el movimiento de desocupados fue visto con desconfianza por los sindicatos más tradicionales.
FTV. LUIS D´ELIA

 El movimiento de fábricas y empresas recuperadas por sus trabajadores, como casi todos los movimientos sociales, es heterogéneo, pero parten de una situación particular vinculada al cierre efectivo o inminente de la unidad productiva y la opción de los trabajadores de resistir esta situación ocupando la empresa y buscando su reapertura. Éste movimiento social sumó el aporte simbólico de una experiencia que se basa en poner en cuestión la propiedad de los medios de producción y el rol de los trabajadores, valorizando sus saberes e impugnando el lugar subordinado al que los arroja la obediencia al patrón y al capital.

MADRES DE PLAZA DE MAYO
Pero no todas las protestas sociales y los movimientos sociales que se desarrollaron en la década del noventa tuvieron demandas ligadas al mundo del trabajo. Entre estos movimientos sociales cabe destacar el compuesto por las organizaciones de derechos humanos que cobraron notoriedad en los últimos años de la dictadura militar y continuaron su accionar en la década del ochenta. Sus referentes más visibles fueron Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo. El pedido de las organizaciones de “aparición con vida” de los desaparecidos fue lentamente mutando en “juicio y castigo a los culpables” y el reclamo de información sobre el destino de las víctimas de la represión estatal.

El movimiento de derechos humanos se enfrentó a las llamadas “leyes de impunidad” (La Ley de obediencia debida y la Ley de Punto Final) promovidas por el gobierno de Raúl Alfonsín y luego a los indultos a los comandantes de las Fuerzas Armadas condenados en el “Juicio a las Juntas” de 1985 decretado por Carlos Menem. La agitada actividad de los organismos de derechos humanos tuvo una reactivación importante cuando hacia 1996 –el vigésimo aniversario del golpe de Estado- aparecieron los HIJOS, Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio, que agrupaba a los hijos de desaparecidos y asesinados por la dictadura.
H.I.J.O.S - ESCRACHE A MASSERRA

La emergencia en la escena pública de los jóvenes (la mayoría rondaba los veinte años) renovó la fortaleza del movimiento de derechos humanos ya que aprovechó los recursos materiales y simbólicos construidos en años de luchas anteriores a la vez que introdujo nuevas discusiones –a partir de una reivindicación de la militancia de los padres- y la instrumentación de un instrumento de acción colectiva popularizado como “escrache”. La presencia en la calle de los Hijos otorgó un nuevo espacio de visibilidad a los organismos de derechos humanos, especialmente Madres de Plaza de Mayo (dividida en dos corrientes) y Abuelas de Plaza de Mayo, acercando a la lucha a jóvenes a través de expresiones culturales como recitales de rock, murgas y teatro.

Los cambios en la dinámica política hicieron que en la década del noventa los movimientos sociales sean los encargados de procesar demandas más allá de los partidos y por fuera de los sindicatos

Diciembre de 2001

Las elecciones de 1999 llevaron a la Alianza UCR-Frepaso al gobierno nacional con la promesa de mantener las bases del modelo y atacar a la corrupción como principales promesas de campaña. No obstante, el modelo económico mostró cada vez más síntomas de agotamiento plasmados en una fuerte recesión y los escándalos de corrupción salpicaron al gobierno de Fernando de la Rúa, a la par que su figura sufría un importante descrédito. El deterioro en las condiciones socioeconómicas de gran parte de la población evidenciada por los índices de pobreza y desocupación, la crisis de representación política y el debilitamiento de la autoridad presidencial provocaron un aumento de las protestas desde 1999 hasta desembocar en diciembre de 2001, marcado por la desobediencia popular frente el estado de sitio dictado por el presidente Fernando de la Rúa y el enfrentamiento a la represión con más de treinta muertos por la policía.
CACEROLAZO 2001- QUE SE VAYAN TODOS

 El saldo organizativo de las jornadas de diciembre fueron las múltiples asambleas ciudadanas que se formaron bajo la consigna “Que se vayan todos”. La crisis de representación tuvo así en los sectores medios urbanos su cristalización organizativa en nucleamientos que asumían las formas asamblearias para la toma de decisiones, el “cacerolazo”, junto a otros instrumentos tradicionales, y una impugnación del vínculo representativo. Las asambleas repolitizaron espacios (el barrio, las plazas, la calle) y relaciones sociales (el vecinazgo) por fuera de los canales tradicionales de participación política y la lógica estatal de la política.

Las movilizaciones sociales encabezadas tanto por los movimientos de desocupados como por las insipientes y activas “Asambleas Barriales” confluyeron en la recordada marcha del 28 de enero de 2002, marcando el intento de articular bajo la consigna “piquete y cacerola, la lucha es una sola” demandas de dos de los actores de la protesta más visibles de aquel verano.

El gobierno de Eduardo Duhalde elaboró un juego de partidas múltiple y cortoplacista para dominar la crisis. La pesificación de la economía favoreció a un sector del empresariado que vieron licuadas sus deudas, entre ellos el principal formador de opinión del país en ese momento, el grupo Clarín, y sus cientos de empresas de medios de comunicación. Los partidos tradicionales brindaron un silencioso apoyo al intento de restituir el orden perdido, mientras que más enfáticos fueron los gobernadores quienes también veían amenazada la gobernabilidad de sus provincias. Lo sectores sindicales de la CGT en sus diferentes expresiones se mantuvieron expectantes ante la vuelta del Partido Justicialista al gobierno.

Los movimientos sociales más significativos como el movimiento de desocupados comenzaron a mostrar diferencias en sus organizaciones en cuanto a la estrategia a seguir y cómo relacionarse con el nuevo Gobierno. La entrada en vigencia de los Planes Jefes y Jefas de Hogar Desocupado supuso un ingreso de cincuenta dólares mensuales para casi dos millones de familias en la búsqueda de contener la demanda en las calles. Algunas organizaciones como la FTV y la CCC se enfocaron en obtener recursos para administrar mediante el acceso a planes de empleo y evaluaron que la profundización de la crisis no redundaría en transformaciones populares. Por su parte otro grupo de organizaciones nucleadas en la CTD Aníbal Verón y el Polo Obrero optaron por redoblar la apuesta con movilizaciones y protestas callejeras reclamando la ampliación de subsidios y aumento de los planes sociales. En una de estos cortes de rutas, el 26 de junio de 2002 fueron asesinados dos jóvenes manifestantes Darío Santillán y Maximiliano Kosteky por miembros de la policía de la provincia de Buenos Aires . Como respuesta a la muerte de los piqueteros se sucintaron nuevas olas de protestas que produjeron la articulación de los diferentes sectores, la CTA, los organismos de derechos humanos, las Asambleas Barriales y el movimiento estudiantil que forzaron a una convocatoria a elecciones presidenciales para marzo de 2003. Ante la inminencia de las elecciones los movimientos sociales optaron por mantenerse al margen de la contienda y en la mayoría de los casos denunciando la convocatoria como una trampa electoral. 

Referencia electrónica
Martín Retamozo, « Movimientos sociales, política y hegemonía en Argentina », Polis[En línea], 28 | 2011, Puesto en línea el 13 abril 2012, consultado el 25 octubre 2012. URL : http://polis.revues.org/1249 ; DOI : 10.4000/polis.1249


ACTIVIDADES:
a) Identificá las causas principales que impulsaron la formación de los movimientos sociales.
b) Diferenciá los distintos grupos y organizalos según el tipo de reclamo que los nuclea.
c) Identificá y describí las nuevas formas de protesta que pusieron en práctica estos grupos.

viernes, 19 de octubre de 2012

AJUSTE EXPANSIVO EN EL MENEMISMO


Ver anterior: RESTAURACIÓN DEMOCRÁTICA Y NEOLIBERALISMO.

MENEM Y EL AJUSTE EXPANSIVO (1989-1995)

El segundo período democrático, encabezado por Carlos Saúl Menem, se inicia anticipadamente en julio de 1989. Su gobierno descarta todo enfrentamiento económico, nacional e internacional. Adopta un criterio pragmático y acepta las reglas de juego del proceso de globalización económico creciente y el pago de los compromisos del endeudamiento externo. 

MENEM CONVERTIBLE


Las estrategias a corto y mediano plazo se basaron en dos supuestos: 1) Es necesario sanear la situación financiera estatal comprometida por la elevada deuda pública, por lo que un período transicional es indispensable, y , 2) La política económica a largo plazo debe seguir los principios del “Consenso de Washington”, implementando sus recomendaciones de apertura externa y privatizaciones, lo que dio inicio a un oscuro proceso de privatización de empresas estatales de producción de bienes y servicios.

La inserción eficiente en el mercado internacional obliga a asumir el desafío de la competitividad y el ingreso a nuevos mercados. La Argentina y Brasil estimulan la creación de un acuerdo de integración regional que incluye a Paraguay y Uruguay en su primera etapa. Este acuerdo apunta a constituir desde el 1° de enero de 1995 una Unión Aduanera que promueve la desaparición de las fronteras interiores para el tránsito de bienes y personas, y el establecimiento de un Arancel Externo Común.

En el año y medio transicional, iniciado con la sanción de una Ley de Emergencia que permite al poder ejecutivo transformar con total libertad al Estado, se lanza el Plan de Convertibilidad en marzo de 1991. Esta ley establecía un tipo de cambio fijo, por ley, y convertía a la moneda argentina en un apéndice del dólar, renunciando a una política monetaria y cambiaria autónoma. El objetivo era la estabilización de precios y el control de la hiperinflación. Para garantizar la convertibilidad, el Estado se compromete a no emitir moneda para financiar su déficit interno. Por lo tanto, el nivel de circulación de moneda interna dependía de las reservas en moneda externa que poseía el Banco Central.

La política económica, a cargo del ministro Domingo Cavallo, a partir de la Convertibilidad apuntó a obtener un superávit fiscal para el pago de la deuda externa. Con este fin se alentó la recaudación impositiva, se incorporaron recursos provenientes de las privatizaciones y se tomaron créditos internos y externos. A diferencia de la etapa de Ajuste Recesivo anterior, el plan impuso el “Ajuste Expansivo”. 
CARLOS MENEM Y DOMINGO CAVALLO SONRIENDO

Como la mayor parte de los ingresos provenían de los impuestos al consumo, fue preciso estimular la expansión del consumo para alcanzar el superávit presupuestario. El crecimiento económico era fundamental para el plan, sin importar cuales eran los sectores productivos y sociales favorecidos. 
A la vez, el proceso de privatizaciones permitió afianzar los vínculos con los grupos económicos. En todos los casos los compradores resultaron asociaciones entre grupos económicos locales, empresas internacionales y algunos de los principales bancos acreedores de la deuda del Estado. 

Las importaciones subsidiadas por un tipo de cambio sobrevaluado crecieron espectacularmente frente a un aumento moderado de las exportaciones, lo que provocó una competencia ruinosa para la industria nacional y un desequilibrio en la balanza comercial cada vez mayor. El sistema financiero recibió abundantes recursos provenientes del exterior. Este ingreso de fondos especulativos, necesarios para financiar el saldo negativo de la balanza de pagos, sirvió para alimentar el crédito al consumo y permitió la expansión productiva. 

A partir de 1994, cuando se interrumpe el flujo de ingresos especulativos por el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, se produce una emigración de capitales hacia el exterior provocando una drástica caída en el nivel de los depósitos y un incremento excesivo de las tasas de interés interno, que a su vez provocó el cese de los créditos al consumo y a la producción, y la quiebra de numerosos bancos.

Entre 1994 y 1995 desaparecieron decenas de miles de pequeñas y medianas empresas, acentuando la presencia cada vez más dominante de grandes conglomerados productivos alentando el proceso de concentración económica. La estrategia económica dominante generó resultados altamente costosos desde el punto de vista social: explosivo crecimiento del desempleo y subempleo estructural, una caída en el nivel de vida de la población y una redistribución del ingreso altamente regresiva. 
LA DESREGULACIÓN DEL ESTADO, CARICATURA.

Se hizo evidente la polarización social en dos polos; el de los más pobres y el de los más ricos. Una gran parte de los sectores medios engrosan las filas de los “nuevos pobres” que anteriormente eran pequeños y medianos empresarios, profesionales, jubilados, empleados públicos, asalariados del sector terciario y otros integrantes de la clase media.

El modelo neoliberal fue el responsable de serios desajustes socio-económicos y produjo un alto nivel de endeudamiento externo. Durante el plan de Convertibilidad la deuda externa se incrementó en un 50%. Es de destacar que el P.B.I. per cápita de 1995 es inferior al registrado en 1969.  

En estos cuatro años, el proceso de crecimiento de la producción fue muy selectivo, los rubros más favorecidos estuvieron encabezados por el sector automotor, los electrodomésticos, las agroindustrias, encabezadas por el aceite de soja, y el petróleo. Otras actividades que crecieron fueron la construcción de viviendas para sectores medios y altos, así como las relacionadas con la producción de bienes suntuarios. La apertura externa, vía Mercosur, permitió ampliar la venta de insumos y alimentos que la economía brasileña no producía. Sin embargo, esta expansión no fue suficiente para compensar los problemas recesivos ni la subutilización de la fuerza de trabajo. Hacia fines de 1995, la mayoría de los sectores que habían logrado elevar su ritmo de actividad, mostraron claros signos de retroceso.

Si bien el producto bruto entre 1991 y 1995 se incrementó en un 18,2, mientras los salarios se estancaban o retrocedían. El incremento de la productividad tuvo un destino concreto, el sector del capital. Como conclusión de este último cuarto de siglo, sembrado de conflictos sociales y políticos queda, un saldo poco satisfactorio. La aceptación mayoritaria de la sociedad argentina, expresada a través de las urnas en 1995, supuso valorizar la estabilidad y reconocer las serias dificultades en escoger un camino alternativo antes que rechazar las condiciones cada vez peores del nivel de la calidad de vida. Esta situación insostenible, continuada por el gobierno de De la Rua desde el 10 de diciembre de 2009, hizo explosión en el 2001. El inevitable estallido social, caracterizado por saqueos y desmanes en distintos puntos del país, puso fin a este círculo vicioso de ajuste y endeudamiento recurrentes.

Adaptación de ROFMAN, A Y ROMERO L.A,  SISTEMA SOCIOECONÓMICO Y ESTRUCTURAL REGIONAL EN LA ARGENTINA, Amorrou, Bs. As. 1998. P-p 109-202

Ver siguiente: CONSECUENCIAS DEL NEOLIBERALISMO EN ARGENTINA, CRISIS DE 2001.

Actividades:

1) Establecé las diferencias entre las etapas de AJUSTE ESTRUCTURAL Y AJUSTE EXPANSIVO.