Ver anterior: ARGENTINA, CRISIS DEL 2001.
La hegemonía neoliberal (o neoconservadora) debió enfrentar acciones y movimientos sociales producidos por sectores que entendían al nuevo orden como injusto. La formación de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), grupo de sindicatos que se separa de la C.G.T., emergió como referente en el campo de protesta de los años noventa, tanto por la acción de sus gremios de base (especialmente ATE y CTERA) como por su disposición a incorporar demandas de diferentes sectores: desocupados, los jubilados, las amas de casa y los estudiantes. También por reconocer como trabajadores a quienes venden su fuerza de trabajo en el mercado informal ya sean “motoqueros” o meretrices. Por otra parte, dentro de la CGT, y sin proponer un modelo sindical alternativo pero apartándose de la orientación neoliberal del gobierno de Carlos Menem, se conformó el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA). El MTA fue creado como una línea interna integrada mayoritariamente por los sindicatos ligados al transporte y encabezada por el secretario general del sindicato de Camioneros Hugo Moyano.
El MTD incorporó el corte como opción estratégica (que adquirió rasgos identitarios, culturales y simbólicos) y logró participar en la administración de diferentes planes sociales que el gobierno nacional, provincial y local ofreció como modo de descomprimir el conflicto y obligaba a los desocupados a organizar ciertos emprendimientos con una contraprestación. La posibilidad de acceder a recursos y la necesidad de construir proyectos cooperativos para mantenerlos incentivó a las organizaciones de desocupados, las cuales construyeron espacios comunitarios que propusieron nuevos lugares de encuentro y experiencias colectivas. Comedores populares, merenderos, emprendimientos “productivos” como panaderías, pequeños talleres textiles.
Pero no todas las protestas sociales y los movimientos sociales que se desarrollaron en la década del noventa tuvieron demandas ligadas al mundo del trabajo. Entre estos movimientos sociales cabe destacar el compuesto por las organizaciones de derechos humanos que cobraron notoriedad en los últimos años de la dictadura militar y continuaron su accionar en la década del ochenta. Sus referentes más visibles fueron Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo. El pedido de las organizaciones de “aparición con vida” de los desaparecidos fue lentamente mutando en “juicio y castigo a los culpables” y el reclamo de información sobre el destino de las víctimas de la represión estatal.
Referencia electrónica
Martín Retamozo, « Movimientos sociales, política y hegemonía en Argentina », Polis[En línea], 28 | 2011, Puesto en línea el 13 abril 2012, consultado el 25 octubre 2012. URL : http://polis.revues.org/1249 ; DOI : 10.4000/polis.1249
ACTIVIDADES:
a) Identificá las causas principales que impulsaron la formación de los movimientos sociales.
b) Diferenciá los distintos grupos y organizalos según el tipo de reclamo que los nuclea.
c) Identificá y describí las nuevas formas de protesta que pusieron en práctica estos grupos.
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN LOS AÑOS NEOLIBERALES
La ilusión de la “primavera democrática” y la canalización de las demandas sociales mediante la acción poítico-partidaria decayeron cuando la política se mostró incapaz de cumplir las promesas de atender la cuestión social agravada luego de la crisis de la deuda de 1982 y el Plan Austral. En este contexto, Argentina como otros países de América Latina, se sumó a la puesta en marcha de las políticas abiertamente neoliberales. El llamado “Consenso de Washington” proponía la liberalización comercial, privatizaciones, apertura y desregulación del mercado, y ajuste estructural del Estado. Sus recomendaciones fueron seguidas por la administración de Carlos Menem (1989-1999) en un contexto de debilidad de los partidos políticos tradicionales, y de subordinación orgánica de la Confederación General del Trabajo (CGT) al partido de gobierno.
CONSENSO DE WASHINGTON |
La implementación del orden neoliberal afectó dos centros ordenadores de la sociedad argentina: el mundo del trabajo y el Estado. Las elevadas tasas de desocupación, precarización e informalidad impactaron directamente en el incremento de la pobreza y, por lo tanto, en las condiciones de vulnerabilidad social de amplios sectores. Las transformaciones también se hicieron sentir en el proceso de reterritorrialización de los trabajadores .La nueva territorialidad transformó los barrios obreros cercanos a los cordones industriales en barrios de desocupados. Así, la crisis de representación que afectó a los sindicatos produjo una tendencia a la formación y consolidación de nuevos liderazgos territoriales y comunitarios que canalizaron las demandas de los sectores populares.
Es también difícil de comprender la dinámica política Argentina sin una referencia al Estado, el “sentido común” neoliberal postuló la ineficiencia del Estado para la promoción de bienestar social y la provisión de bienes y servicios públicos, frente a una predicada virtud del mercado como mecanismo eficiente de coordinación social. Mientras lo público y político era desacreditado, el discurso neoliberal fomentaba el individualismo y la privatización. En esta perspectiva, mientras el mundo del trabajo evidenciaba profundas transformaciones, el Estado se retiraba de su lugar de coordinación social y garante de los derechos sociales y económicos para dar lugar al mercado como mecanismo de coordinación social y distribución de recursos.
Acción colectiva y movimientos sociales en los años neoliberales
CTA, MANIFESTACIÓN |
Los espacios de resistencia se fueron diversificando y organizando desde los “barrios desbordados” originando uno de los sujetos políticos más novedosos el “Movimiento de Trabajadores Desocupados”. El movimiento de trabajadores desocupados, o “movimiento piquetero”, fue bautizado así por la prensa nacional para nombrar a los pobladores que cortaron rutas a mediados de la década del noventa en localidades como Cutral Co y Plaza Huincul (1996-1997) y Salta (1997-1998). Con sus primeras acciones de protesta resignificó el “piquete” como un instrumento de acción capaz de obtener notable visibilidad. Este movimiento alcanzó mayor desarrollo en las zonas fabriles devastadas por la política de desindustrialización que propuso el neoliberalismo.
MTD- ANÍBAL VERÓN |
En julio de 2001, ya en la aceleración de los conflictos que estallarían en diciembre, se convocaron a encuentros nacionales de organizaciones sociales –conocidos como Congresos Piqueteros- que acodaron un pliego de reivindicaciones y un plan conjunto de acciones de protesta. De allí en adelante las divisiones internas, los realineamientos y la incapacidad de articulación del movimiento con otros sectores evidenciaron los límites de la lógica “movimiento social”.
La relación de los movimientos de trabajadores desocupados con el sindicalismo no ha sido fácil. La CTA procuró desde un inicio dar una respuesta organizativa a los trabajadores desempleados haciendo hincapié en su condición de trabajadores a través de la promoción de la afiliación directa a la Central. Si bien la CTA articuló con un conjunto de organizaciones de desocupados ha sido su Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV) -originalmente pensada para dar cuenta de las problemáticas barriales de los trabajadores- su principal herramienta de acumulación bajo el liderazgo de Luis D’elia. Por su parte el MTA realizó algunos apoyos a reclamos puntuales de los desocupados pero sin considerarlos parte del “movimiento obrero organizado” y un fenómeno coyuntural que se debilitaría en la medida que la Argentina salga del neoliberalismo y los trabajadores vuelvan a sindicalizarse. En general, el movimiento de desocupados fue visto con desconfianza por los sindicatos más tradicionales.
FTV. LUIS D´ELIA |
El movimiento de fábricas y empresas recuperadas por sus trabajadores, como casi todos los movimientos sociales, es heterogéneo, pero parten de una situación particular vinculada al cierre efectivo o inminente de la unidad productiva y la opción de los trabajadores de resistir esta situación ocupando la empresa y buscando su reapertura. Éste movimiento social sumó el aporte simbólico de una experiencia que se basa en poner en cuestión la propiedad de los medios de producción y el rol de los trabajadores, valorizando sus saberes e impugnando el lugar subordinado al que los arroja la obediencia al patrón y al capital.
MADRES DE PLAZA DE MAYO |
El movimiento de derechos humanos se enfrentó a las llamadas “leyes de impunidad” (La Ley de obediencia debida y la Ley de Punto Final) promovidas por el gobierno de Raúl Alfonsín y luego a los indultos a los comandantes de las Fuerzas Armadas condenados en el “Juicio a las Juntas” de 1985 decretado por Carlos Menem. La agitada actividad de los organismos de derechos humanos tuvo una reactivación importante cuando hacia 1996 –el vigésimo aniversario del golpe de Estado- aparecieron los HIJOS, Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio, que agrupaba a los hijos de desaparecidos y asesinados por la dictadura.
H.I.J.O.S - ESCRACHE A MASSERRA |
La emergencia en la escena pública de los jóvenes (la mayoría rondaba los veinte años) renovó la fortaleza del movimiento de derechos humanos ya que aprovechó los recursos materiales y simbólicos construidos en años de luchas anteriores a la vez que introdujo nuevas discusiones –a partir de una reivindicación de la militancia de los padres- y la instrumentación de un instrumento de acción colectiva popularizado como “escrache”. La presencia en la calle de los Hijos otorgó un nuevo espacio de visibilidad a los organismos de derechos humanos, especialmente Madres de Plaza de Mayo (dividida en dos corrientes) y Abuelas de Plaza de Mayo, acercando a la lucha a jóvenes a través de expresiones culturales como recitales de rock, murgas y teatro.
Los cambios en la dinámica política hicieron que en la década del noventa los movimientos sociales sean los encargados de procesar demandas más allá de los partidos y por fuera de los sindicatos
Diciembre de 2001
Las elecciones de 1999 llevaron a la Alianza UCR-Frepaso al gobierno nacional con la promesa de mantener las bases del modelo y atacar a la corrupción como principales promesas de campaña. No obstante, el modelo económico mostró cada vez más síntomas de agotamiento plasmados en una fuerte recesión y los escándalos de corrupción salpicaron al gobierno de Fernando de la Rúa, a la par que su figura sufría un importante descrédito. El deterioro en las condiciones socioeconómicas de gran parte de la población evidenciada por los índices de pobreza y desocupación, la crisis de representación política y el debilitamiento de la autoridad presidencial provocaron un aumento de las protestas desde 1999 hasta desembocar en diciembre de 2001, marcado por la desobediencia popular frente el estado de sitio dictado por el presidente Fernando de la Rúa y el enfrentamiento a la represión con más de treinta muertos por la policía.
CACEROLAZO 2001- QUE SE VAYAN TODOS |
El saldo organizativo de las jornadas de diciembre fueron las múltiples asambleas ciudadanas que se formaron bajo la consigna “Que se vayan todos”. La crisis de representación tuvo así en los sectores medios urbanos su cristalización organizativa en nucleamientos que asumían las formas asamblearias para la toma de decisiones, el “cacerolazo”, junto a otros instrumentos tradicionales, y una impugnación del vínculo representativo. Las asambleas repolitizaron espacios (el barrio, las plazas, la calle) y relaciones sociales (el vecinazgo) por fuera de los canales tradicionales de participación política y la lógica estatal de la política.
Las movilizaciones sociales encabezadas tanto por los movimientos de desocupados como por las insipientes y activas “Asambleas Barriales” confluyeron en la recordada marcha del 28 de enero de 2002, marcando el intento de articular bajo la consigna “piquete y cacerola, la lucha es una sola” demandas de dos de los actores de la protesta más visibles de aquel verano.
El gobierno de Eduardo Duhalde elaboró un juego de partidas múltiple y cortoplacista para dominar la crisis. La pesificación de la economía favoreció a un sector del empresariado que vieron licuadas sus deudas, entre ellos el principal formador de opinión del país en ese momento, el grupo Clarín, y sus cientos de empresas de medios de comunicación. Los partidos tradicionales brindaron un silencioso apoyo al intento de restituir el orden perdido, mientras que más enfáticos fueron los gobernadores quienes también veían amenazada la gobernabilidad de sus provincias. Lo sectores sindicales de la CGT en sus diferentes expresiones se mantuvieron expectantes ante la vuelta del Partido Justicialista al gobierno.
Los movimientos sociales más significativos como el movimiento de desocupados comenzaron a mostrar diferencias en sus organizaciones en cuanto a la estrategia a seguir y cómo relacionarse con el nuevo Gobierno. La entrada en vigencia de los Planes Jefes y Jefas de Hogar Desocupado supuso un ingreso de cincuenta dólares mensuales para casi dos millones de familias en la búsqueda de contener la demanda en las calles. Algunas organizaciones como la FTV y la CCC se enfocaron en obtener recursos para administrar mediante el acceso a planes de empleo y evaluaron que la profundización de la crisis no redundaría en transformaciones populares. Por su parte otro grupo de organizaciones nucleadas en la CTD Aníbal Verón y el Polo Obrero optaron por redoblar la apuesta con movilizaciones y protestas callejeras reclamando la ampliación de subsidios y aumento de los planes sociales. En una de estos cortes de rutas, el 26 de junio de 2002 fueron asesinados dos jóvenes manifestantes Darío Santillán y Maximiliano Kosteky por miembros de la policía de la provincia de Buenos Aires . Como respuesta a la muerte de los piqueteros se sucintaron nuevas olas de protestas que produjeron la articulación de los diferentes sectores, la CTA, los organismos de derechos humanos, las Asambleas Barriales y el movimiento estudiantil que forzaron a una convocatoria a elecciones presidenciales para marzo de 2003. Ante la inminencia de las elecciones los movimientos sociales optaron por mantenerse al margen de la contienda y en la mayoría de los casos denunciando la convocatoria como una trampa electoral.
Referencia electrónica
Martín Retamozo, « Movimientos sociales, política y hegemonía en Argentina », Polis[En línea], 28 | 2011, Puesto en línea el 13 abril 2012, consultado el 25 octubre 2012. URL : http://polis.revues.org/1249 ; DOI : 10.4000/polis.1249
ACTIVIDADES:
a) Identificá las causas principales que impulsaron la formación de los movimientos sociales.
b) Diferenciá los distintos grupos y organizalos según el tipo de reclamo que los nuclea.
c) Identificá y describí las nuevas formas de protesta que pusieron en práctica estos grupos.